sábado, 2 de abril de 2011

Nostalgia


La música sonaba cálida, y la mirada de Jonás permanecía inerte. En su mente, una y otra vez se repetía el mismo recorrido. La torre de una iglesia románica, la desvencijada ventana, la nave de color rosa... los rojos, verdes y amarillos del paisaje, conformaban un curioso puzzle, que siempre era sinónimo de alegría. La carretera se estrechaba y se elevaba ligeramente ante el paso de aquel pequeño arroyo. Los hierbajos, querían ganar terreno a la vieja y descolorida vía, por la que con dificultad se movía el pequeño Citroën verde. Dentro, Jonás atento a las dificultades que le planteaba la sinuosa calzada, tenía la confianza de llevar junto a él, a la mujer de su vida. El trayecto no era muy largo, y atravesaron dos pequeños pueblos antes de llegar a la larga recta, que daba descanso a su atención, y poder centrarse en su acompañante. El la preguntó si le quería, ella sin mirarlo, le contestó que más que a su vida. Doce años después, Jonás volvía a escuchar aquella canción. Atrás quedaron muchos sueños, muchas anécdotas, mucha complicidad. Y hoy, sin saber porqué, volvió a llorar por ella.

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