miércoles, 20 de mayo de 2009

momentos


La mañana había sido más calurosa de lo normal para las fechas que corrían. Jonás, buscaba un lugar donde comer, y decidio ir al restaurante de las muchachas mexicanas. De un rápido vistazo, examinó el pequeño comedor. Las mesas, ordenadas por filas, estaban casi vacías. En el rincón, junto a las ventanas, dos hombres de mediana edad compartían alimentos y conversación. Harto de la soledad a la que su profesión le condena a diario, Jonás elige automaticamente la mesa más cercana a la ocupada por esos dos desconocidos. Su conversación, debido al alto tono que utilizan, puede seguirse sin levantar sospechas. Hablan de sus hijos. Se comentan el uno al otro, de la fácil vida que tienen hoy en dia los jóvenes. De la insoportable carga que supone tener hijos en edad adolescente, de sus nulas obligaciones, y de su interminable lista de derechos. Noelia, la joven y morena camarera, se acerca para explicar los componentes del menú. Jonás, escucha con atención y no vacila al elegir. Arroz tres delicias y carne a la brasa, será la comida de hoy. No le gusta abusar de las comidas, ya que mantiene que su esqueleto es muy voluminosos, y a poco que se pase con la comida, le convierten en demasiado pesado y falto de agilidad. Sus vecinos de mesa, siguen poniendo ejemplos de la idílica vida que están consintiendo a sus adolescentes, contraponiendo sus duras condiciones cuando pasaron por esa edad. Jonás, generacionalmente, está a medio camino entre sus vecinos comensales y sus hijos. En silencio medita sobre las reflexiones de uno y del otro. Su meditación se ve alterada por la visión de Sara, la otra camarera, que con su rubia melena, su mirada alegre y su camiseta negra, amplia y escotada, hace que por donde pasa, se haga el silencio. Sus grandes pechos se adivinan libres debajo de su amplio sueter de raso. Su gracioso andar y sus simpáticas palabras la hacen todavía más deseable. Jonás se conforma con tan sólo mirarla y compartir con ella una mirada, aderezada de una sonrisa. Sus vecinos, intentan entablar conversación con ella, pero Sara, sabe como manejar ese tipo de situaciones, y mientras se retira, regala a nuestro héroe una bonita sonrisa. Los comentarios subidos de tono de los dos elementos, hacen que Jonás apuntale sus conclusiones. El terrible precipicio entre lo que dicen exigir a sus hijos, y el penoso comportamiento demostrado con la dulce Sara, devuelven a Jonás a la realidad. Su arroz se enfría. La pareja hace comparaciones entre sus penalidades y la fastuosa vida de sus hijos. Sara pone un café en la barra. Noelia saca arroz para el muchacho de la camisa verde que se ha sentado en la otra esquina. Ha pasado un momento en la vida de nuestro personaje. Un momento cualquiera, lleno de matices, lleno de olvidos. Y Jonás, se siente un momento más viejo. Y piensa que él nunca será tan hipócrita. No se puede evitar, la vida sigue.

viernes, 1 de mayo de 2009

No te salves




No te quedes inmóvil en el medio del camino

no congeles el júbilo

no quieras con desgana

no te salves ahora ni nunca

no te salves

no te llenes de calma

no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo

no dejes caer los párpados pesados como juicios

no te quedes sin labios

no te duermas sin sueño

no te pienses sin sangre

no te juzgues sin tiempo

pero si pese a todo no puedes evitarlo

y congelas el júbilo

y quieres con desgana

y te salvas ahora

y te llenas de calma

y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo

y dejas caer los párpados pesados como juicios

y te secas sin labios

y te duermes sin sueño

y te piensas sin sangre

y te juzgas sin tiempo

y te quedas inmóvil al borde del camino

y te salvas

entonces

no te quedes conmigo


MARIO BENEDETTI