martes, 3 de marzo de 2009

"rehacer tu vida"


Hoy, y sin que sirva de precedente, voy a escribir sobre mi. Me he encontrado con una persona que en el pasado fue muy importante en mi vida, y me ha sorprendido cuando me ha preguntado que si "habia rehecho mi vida". En ese momento, me he quedado sin respuesta, pero, he reaccionado a tiempo y mira por donde no creo que se la vuelva a ocurrir preguntar eso jamás a nadie. Es de esas personas, cuyo único objetivo, desde que nace, es encontrar pareja, es formar una familia, y es ser ama de su casa. ¡¡¡Cuánto tengo que agradecerla cuando decidió que yo no la servía para sus objetivos¡¡¡. Teniendo en cuenta esos antecedentes, lógicamente ella estaba en la idea de que mi vida, despues de su decisión, se habría roto, y por ello lo de rehacer, no se puede rehacer nada que no se haya deshecho con anterioridad. Y eso es precisamente lo que la he contestado. "No he rehecho mi vida, porque jamás ha estado rota". La cara que ha puesto, era poco más o menos que la misma que ponía cuando el tirano de su padre, despues de comer, la hechaba un tremendo rapapolvo porque no tenía los anises preparados. Y yo lo recuerdo muy frecuentemente, que de aquella, su padre tenía poco más o menos la edad que yo tengo ahora. Era un señor muy mayor. Con poco pelo, y con la barba canosa. Y con una mala hostia, que sufría del estómago de tal manera, que los anises tenían que estar en la mesa, antes de que él los pidiese. Sinceramente, creo que con esa edad, y esa amargura interior, lo único a lo que podía aspirar es a quedarse más sólo que el as de bastos. Como así fue. Sus hijas huyeron a la más mínima y su hijo, no se si le aguantará mucho o poco, pero me decanto más por lo segundo. Lo que quiero decir con todo esto, es que, a pesar de los avances que hace el género femenino en esta sociedad, todavía nos encontramos con mujeres, más o menos jóvenes, a las que una educación retrograda y machista, las ha condenado de por vida a vivir en un segundo plano. A ir dos pasitos por detrás del marido (como los emperadores de Japón), a ser serviles, obedientes, cristianas, practicantes, modositas, decentes, limpias, gordas y con la permanente de rulo fino. Y todo eso, viene marcado por una educación transmitida por un padre prepotente, misógeno, tirano, acomplejado, de derechas, del Real Madrid, bajito y calvo. Es una pena, que alguien pueda marcarte la vida de esa manera. Es una pena que con veinte años estuviese tan buena, y ahora , casi veinte después, sea más fácil saltarla que darla la vuelta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario